Constelaciones II, 2019

Clara Montoya Vozmediano

Instalación sonora

madera, sistema de sonido.

 

Constelaciones II, canta en tiempo real y con voces, las estrellas que cruzan el meridiano que sigue la línea de asientos, desde el polo Norte al polo Sur.

Cada vez que una estrella atraviesa esa linea imaginaria, el coro canta un acorde.

Si la estrella es de magnitud relativa muy grande (se ve muy brillante desde la Tierra) los 10 integrantes del coro cantan a la vez.

Si la estrella se ve pequeña, canta una sola voz.

Si esta lejos, sonará agudo y si está cerca, grave.

Así se describen 120000 estrellas a lo largo del día y la noche.

Los 10 asientos dividen el meridiano en 10 zonas que se encadenan, pudiendo escuchar las diferentes partes en cada uno.

 

Comisaria

Monserrat Pis Marcos

Musicóloga

María Elena Cuenca Rodríguez

Coro Zenobia

Director: Rupert Damerell

Sopranos: Teresa Villena, María José Pire, Raquel Rodríguez, Colleen Terry

Altos: Eva Pavón, Raquel Ávila

Tenores: Pedro Izuzquiza y Alfonso Camacho

Bajos: Claudio Jiménez y Cristian Martínez

Técnico de Sonido: Javier Monteverde, estudios Cezanne

Asistente al montaje: Olivier Dupont

 

 

 

Reb/veladas na paisaxe 2019

Escuchando estrellas

Monserrat Pis Marcos

 

Las estrellas son entidades al mismo tiempo físicas y conceptuales cuya observación y estudio

han ocupado la imaginación del ser humano en todas las épocas y rincones del mundo. La

fascinación que ejercen sobre nosotros las ha convertido en sujetos recurrentes en la práctica

artística.

El concepto pitagórico de la armonía de las esferas establece una relación entre los

movimientos de los astros y los intervalos musicales de la escala armónica. Inspirándose en

esta idea, la obra de Clara Montoya efectúa una trasposición entre estrellas y tonos que otorga

una partitura propia a aquella música inaudible evocada por los antiguos griegos.

Paralelamente, cada nueva estrella que atraviesa el meridiano delimitado por la pieza pone de

manifiesto algo tan sutil e imperceptible como es el giro de la Tierra, recordando al oyente que

la realidad que habita está en perpetuo cambio. No en vano, la pieza misma evoluciona

constantemente dado que, aunque las estrellas tengan asignados sonidos concretos, sus

combinaciones y posiciones se van alterando a lo largo del año en función de los movimientos

de rotación y traslación del planeta. Además, su funcionamiento las 24 horas con

independencia de las condiciones climatológicas o de luminosidad provocan un juego

sinestésico que hace audible lo invisible.

En lo concerniente a la interacción con el espacio circundante, el pasillo en el que se sitúa la

obra está ubicado aproximadamente en dirección norte-sur, de modo que el pedazo de

bóveda celeste delimitado por su planta se desplaza sobre él en sentido este-oeste, que es el

mismo sentido de rotación del eje terrestre. De este modo, la pieza se sirve naturalmente de la

estructura arquitectónica de la Cidade da Cultura para generar una ventana al cosmos.

Es esta una ventana, sin embargo, que se abre directamente sobre el pasado, puesto que la luz

de los cuerpos celestes que hoy se alcanzan a ver y que la pieza desgrana con cada tono no es

sino el testimonio de algo que sucedió hace milenios pero que tal vez ya ni siquiera exista. Se

crean así dos hilos temporales que se desarrollan en paralelo: el presente del oyente que

interactúa con la pieza, y un pasado indefinido, sincrónico y ficticio compuesto de una suma de

destellos originados en momentos diferentes que confluyen en la actualidad.

Esta relación con el pasado posee asimismo una marcada carga poética en relación con el

espacio en el que se inserta. La Cidade da Cultura de Galicia fue concebida en su trazado como

un eco contemporáneo de la almendra compostelana fundida con la estructura de la vieira

peregrina, en un homenaje a sus formas urbanas pero también a su simbolismo espiritual. La

obra de Clara Montoya retoma ese diálogo entre lo trascendente y lo corpóreo desde la

sutileza y el lirismo, completando la rotundidad de la propuesta de Eisenman para el Gaiáis con

su propio firmamento sonoro.

 

Agradecimientos de la comisaria

En primer lugar, gracias a la Xunta de Galicia y a la organización de Xacobeo 21 por contar

conmigo para esta segunda edición de Reb/veladas na paisaxe. Gracias a todo el equipo de la

Cidade da Cultura de Galicia, especialmente a María Pereira, Mar Angulo, Verónica Santos,

Carmen Menéndez, Carlos Pedreira, Álvaro Prego y Antonio Maroño. Gracias también a las

otras dos comisarias participantes en el proyecto, Paula Cabaleiro y Sara Donoso. Ha sido un

placer trabajar con ellas.

Mi más sincero agradecimiento a Clara Montoya por aceptar embarcarse en esta aventura

conmigo, así como por su profesionalidad, talento y generosidad. Gracias a mi familia y a todos

los amigos a ambos lados del Canal de la Mancha, verdaderas estrellas de mi firmamento

personal. Por último, pero no por ello menos importante, mi profunda gratitud a Jesús

Madriñán, sin quien nada de esto habría sido posible.